lunes, 24 de noviembre de 2008

Las mañanas.


Dicen algunos que hay perosonas de sol y de luna. Nunca entendí bien lo de dormir hasta tarde como un placer.

Creo que en muchos años nunca me cogió el sol entre las sábanas, me gusta sentir la mañana, esperar al nuevo día en completa actividad y gozar de las primicias de las primeras luces.

Tengo una amiga, se llama Maite, y coincidimos en la afición al madrugar. Salimos muy temprano para andar un poco y esperamos al día por esos caminos de Dios.

Por la mañana las ciudades tienen un perfil nuevo, uno es más dueño de los espacios, no tiene que competir con ruídos, ajetreos, olores, etc. La ciudad se hace casi propiedad particular y uno se hace cómplice de ese silencio y esa paz.
Es verdad que las personas madrugadoras pierden la capacidad de tales en cuanto se apagan los rayos del sol, pero es tan grato el llevar los mismos ritmos de la naturaleza.
Si nos hubiesen hecho para la noche, nuestros ojos serían como los de las lechuzas y la realidad es que los tenemos mal preparados para la visión nocturna.

1 comentario:

Clarita dijo...

Hola papi!!entré para hacerme seguidora tuya y darte un besote enorme!!
A ver si escribes más cositas que de buena tinta se que lo bordas todo!!

Un beso enorme, te quiero